No es ningún argumento nuevo con lo que voy a abrir la columna de hoy mis queridos lectores. Ustedes conocen mi pensar, el cine responde a un contexto cultural específico, que si bien algunos tienen diferentes metas y lineamientos, otros simplemente cuentan con elementos bastante particulares.
El cine japonés, alemán, francés y estadounidense han generado ciertas raíces con las cuales cada uno pueden ser identificados de primera plana únicamente al ver el adornado del pastel.
Con el paso de los años, me pregunto cuál es el afán de hacer festivales o salas que tengan el título de extranjero; lo digo de la mejor manera posible,

ya que teniendo en cuenta que en nuestro contexto, México, casi todo producto que se exhibe en las salas es extranjero, salvo sus excepciones.
Ahora, será acaso que las barreras se encuentren en los estilos que expresa cada uno; esto es, la naturaleza del cine es meramente por denominación de origen, ¿o puede ser por estilo?
Un ejemplo, el cine japonés cuenta con tomas bastante claras y narrativas arriesgadas, como las obras de uno de los mayores exponentes nos muestran, Akira Kurosawa; ahora, si Tarantino al ser gran seguidor del cine japonés, realiza un homenaje con las mismas características, ¿bajo que mira lo tendremos?

Las líneas que deben dibujar la diferencia, a perspectiva de este humilde comentarista, son con base en género, más que con base nacionalista, debido a que entonces llegan cuestiones más complejas, ¿si el director es mexicano pero la producción en estados unidos? ¿Qué visión es la hegemónica?

Cierto es que algunos artistas buscan lineas más claras en su trabajo, dependiendo sus pasiones y visiones de la realidad, algunas culturas tanto occidentales como orientales tienen tintes muy característicos.

La manera en como Bollywood presenta los bailes al final de sus proyectos y su narrativa fantástica tan particular (y que en occidente muchas veces se hace risible, pero ya haré un columna de Bollywood específicamente) les da un sello que puede ser visto como único.
Aunque en esas particularidades podemos encontrar cuestiones encontradas, como el número musical final en Virgen a los 40 (2005); por lo que la globalización nos orilla a que las diferencias se vuelvan cada vez más específicas que solamente los límites geográficos, sino ideológicos.

-José Luis Mecatl Carmona
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